G. I. JOE: acción sin parar

G. I. JOELos Geyperman tenían barba. Y espectaculares trajes y accesorios, como el mítico helicóptero. Para una generación sin tecnología (la que vivió la niñez en los 70) fue el juguete definitivo, como el Madelman o las aventuras de Tintín.

Con esa esperanza, la de recuperar para la causa hoy en día a esos cuarentones y sus hijos, nació el proyecto de llevar al cine G. I. Joe. Película de acción correcta, con las habituales lagunas de guión del cine-espectáculo de Hollywood actual pero efectos pirotécnicos de primer orden, la versión en videojuego (The Rise of Cobra) la supera en dominio de la acción.

G. I. JOE, para muchos es un recuerdo de nuestra infancia, solo por ello recomendaría el juego.

Porque a los mandos de la DS la jugabilidad es su mayor acierto, más allá de la historia, un tanto descuidada y vacía de contenido atractivo. Sin mayores pretensiones, pues, que la acción cenital sin descanso, G.I. Joe es entretenido salvo por los inconvenientes de no poder evitar un guión aburrido y que sobra en la mayoría de las oportunidades.